31 ago 2008

CUADERNO DE VÍBORA 2: LAS VACACIONES BAJO EL AGUA Y LA VIVIENDA POR LAS NUBES

Iba a decir que estoy hasta los huevos de tanto viaje. De estaciones de bus, de metro y de aeropuertos. De la maleta roja tamaño familia numerosa, que se me ve venir a leguas. Del resto de mochilas y bolsos que llevo colgando cual abeto navideño en plena temporada. De viajar sola. Que puede sonar muy bucólico, pero es una putada. Estoy harta...
Que mi vida es un tránsito, coño!

A lo mejor, la persona que esté leyendo esto no sabe por dónde voy. Me explico: Yo quería dejar Madrid este verano y pasarlo en retiro espiritual en la casa de mis padres, de paso que daba un respiro a la economía familiar.
Cuando ya había enredado a algún colega para la mudanza y todas mis pertenencias (que después de 4 años eran muchas) estaban metidas en cajas, a la escuela le da por hacerse un lío con la postproducción de mi corto final y a una productora le da por darme un curro que en realidad era una marrón.
En resumen, que he invertido mis vacaciones en ir y venir de Madrid y buscar un lugar donde alojarme.

Me dan ganas de sacar mi viperina a pasear.
A parte de que yo no he estado durante 3 meses sacando mi ropa de un armario sino de una maleta y de que los viajes, si no son de placer, son un coñazo; hay un tema entre muchos otros que puso, pone y pondrá sobre mi, una de las nubes más negras: La vivienda!

De entrada ya sé que “la vivienda está fatal”, que “no podré tener una casa propia en mi puta vida”, que “estamos en crisis”...
Aún así cierro los ojos, me tapo la nariz y me tiro de cabeza en busca de una (o de algo que se le parezca).
Después de algún susto y disgusto, descarté el hecho de vivir sola por el momento y lo guardé en la caja de los sueños por cumplir.. Me bajo dos o tres peldaños en la escalera de mi vida y me planteo compartir piso con desconocidos.
Al principio me lo limité todo: que si compartir con poca gente, sólo con chicas, cerca del centro... Después todo me dió igual y me enganché a un clavo en llamas porque se me acababa el tiempo. O encontraba algo o me veía durmiendo encadenada a mi mochila en cualquier pensión de 2 cucarachas que hay en esta ciudad (que también puede sonar igual de bucólico, pero no nos engañemos...).

Para empezar dejé de ver las habitaciones como lo que realmente son:
Los cuartos trasteros, que eso también se alquila como vivienda, cuidao; se convierten en estancias acogedoras, minimalistas porque no tienes más remedio, amiga.
Los ventanucos que dan a la intimidad del vecino... bueno, a lo mejor con una cortinita evitas que él te vea a ti...
Los muebles, desde 1960 con amor, son robustos y duraderos; de hecho, ahí siguen...
Todo eso deja de tener importancia. Sólo buscaba un espacio y siempre me quedarán los ovarios para pelear por que mi situación mejore.

Pero hay algo en lo que reparé poco: La convivencia!
Con qué clase de individu@ se puede compartir un piso?
Con el engañoso anuncio de “comparto PISO”, está el listo que en vez de salir y socializar a ver si consigue ligar un poco, prefiere alquilarte LA MITAD DE SU COLCHÓN por 200 euros. 200 EUROS!! La mitad de SU colchón por 200 euros, leéis bien. Y aún se toma la libertad de explicarte que tu dormirías a un lao y el a otro... No tengo palabras, ni estómago.
Luego esta el piso patera, por todos conocido: Te lo anuncian como “habitación en piso compartido con dos personas más”. Cuando llegas resulta que tu habitación es en realidad el pequeño saloncito de la casa y el piso lo compartes con 5 personas.
Ahora viene el que más gracia me ha hecho, todo un descubrimiento: El piso harén. Suelen estar bastante bien pero se trata de convivir con 2 que son pareja y que por supuesto no conoces de nada. La habitación que se alquila esta destinada únicamente a personas de sexo femenino. Yo tengo mis propias teorías:
Pensando bien, la gente va muy mal de pasta y la hipoteca no perdona. Pensando mal, a él le acojona llegar a casa una tarde después del curro y encontrarse a su piva en un “mal momento” con el compañero de piso. Además, que ser el hombre de la casa viviendo con dos chicas, se puede acercar mucho a la ya archifamosa fantasía masculina.

Hay anuncios en los que la gente da demasiada información, no saben ser asépticos y limitarse al piso en cuestión. Y son textuales, de verdad. Pero también son muy útiles porque en seguida te haces una idea rápida y superficial del tipo de personas que viven ahí.
Está el tan falso, manoseado y hortera: “aquí somos tod@s enrollados, nos gustan los animales y hay muy buen ambiente”. A mi me tira p´atrás, la verdad... Porque luego llegas y lo del buen rollo se va a la mierda en cuanto te confiesas fumadora y preguntas si puedes llevar “visitas” al piso. Te miran mal, les sale el conservador que llevan dentro y te dicen “ya te llamaremos”; de buen rollo, eso sí.
A ver, yo no puedo fumar nada en mi cuarto (que recuerdo que he pagao) pero tengo que convivir con el gato enfermo de la dueña, que vomita cada 20 minutos?? Y encima tengo que ser igual de beata que las que viven ahí?? Prefiero las dos cucarachas de la pensión, que por lo menos no vomitan.
El que más me gustó fue el de un tipo: “el piso dispone de una amplia terraza que es lo mejor. Yo me salgo a merendar y se está way...”. Qué majo él! Me llevó al pasado, a los bocatas de nocilla que me he zampao en mi niñez, y me dieron muchas ganas de merendar siempre en esa terraza. Por desgracia ya estaba alquilado.
Los hay que espeluznan sin anestesia previa: “Habitación para chico NO fumador. Nosotros somos chicos sanos y alegres cristianos”. Juro que es completamente textual.

En fin... que entre todos me acojonaron más aún.

Me quedaba sólo mi caja de los sueños por cumplir así que rescaté uno y volví a la búsqueda de un apartamento o estudio.
Por obra y gracia de los acuerdos y el regateo, encontré un piso que podía pagar. En realidad no es un piso, es una caja de cerillas, pero qué bien vivir sola! Sin formar parte de ningún harén occidental, sin tener que convertirme al cristianismo más estúpido, sin tener que sufrir a un gato ajeno mal cuidado, sin tener que sacar mi cama de ningún armario y, por supuesto, sin tener que pagar por dormir en el mismo colchón con un desconocido.

Los que tienen la autoridad, los mismos que dicen que todo está controlado y crean agencias de alquiler y dicen que están para proteger y facilitar y bla, bla, bla... son un atajo de hijos de puta que habría que prenderles fuego en las Fallas del próximo año, por “ninots”; porque no tienen ni puta idea de lo que está pasando y encima miran para otro lado.

Ahora me voy a Valencia a por mis cosas. Otra vez...
Estoy terminando de garrapatear esto a las 12.30 de la noche a la luz de una farola en la estación del bus de Méndez Álvaro.
Mírame, de postal.
Pues no: El bus va a tardar en salir y esperar se me hace inaguantable.